| Notas |
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Ernesto E. Padilla Nougués (1873-1951), abogado, político e intelectual argentino nacido en Tucumán perteneciente a la "Generación del centenario".
Nacido el 5 de enero de 1873 siendo hijo del industrial azucarero José Padilla Puente y de Josefa Nougués Romero.
Cursó parte de sus estudios en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe y se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires con altas distinciones, de regreso a su provincia fue elegido legislador provincial en 1900, y legislador nacional en 1902. En 1943 fue intendente interino y presidente de la Comisión de Vecinos de la ciudad de Buenos Aires.
Llamado el "Hombre del Norte", y el "Abogado de la Argentinidad", debido a su hondo cariño por las tradiciones, cultura y raices de todo lo genuinamente argentino.
El Gobernador de Tucumán
Electo gobernador de su provincia bajo el imperio de la Ley Saenz Peña, el 2 de abril de 1913, triunfó ampliamente en las elecciones de esa fecha, a pesar de las denuncias de fraude esgrimidas por la Unión Cívica Radical presidida por León
Cornet.
El gobierno de Ernesto Padilla fue el último de los gobiernos provinciales que puede se catalogado como de "reformismo conservador", en razón de las obras públicas destinadas al mejoramiento de las condiciones de vida de la población, según las ideas esgrimidas de los industriales azucareros y la élite provincial.
Durante su gobierno se celebró el Centenario de la Declaración de la Independencia Nacional, el 9 de julio de 1916, inaugurándose el Parque Centenario o Parque 9 de Julio diseñado por Carlos Thays en setiembre de ese año. Sin embargo, la industria azucarera sufrió un fuerte retroceso en razón de las fuertes heladas de los años 1915 y 1916, como también la plaga del "mosaico" que afectó a toda la producción cañera y cuyos efectos sociales se manifestarían en la década posterior.
Se realizaron importantes obras en materia de vialidad, irrigación y edificación escolar, se fundó la Caja Popular de Ahorros, se concretó el proyecto de creación de la Universidad Nacional de Tucumán, se emprendió la organización y publicación de archivos, la realización de congresos científicos y culturales, la construcción de parques, jardines y monumentos.
En la biografía de Ernesto Padilla escrita por el Padre Guillermo Furlong se señala que más allá de los errores inherentes a todo gobierno, el período en que Padilla fue gobernador de Tucumán fue de "una felicidad rara veces vista".
El 2 de abril de 1917 culminó su gobierno y la hegemonía del poder en manos conservadoras al ceder el gobierno provincial al primer gobernador electo por la U.C.R., Juan Bautista Bascary.
Su Obra
Como católico ferviente, Padilla en su desempeño como diputado al Congreso Argentino, en 1902, con sensacional elocuencia se opuso al proyecto de ley de divorcio. Su discurso en favor de la familia es recordado por la Iglesia Católica. Son
proyectos de su autoría la construcción del ferrocarril de Salta a Antofagasta, la creación del monumento a la Independencia Argentina en la Quebrada de Humahuaca, la restauración del Cabildo de Humahuaca, y la estatua articulada y bendicente de San Francisco Solano en ese edificio. Además tuvo decidida participación en la ley que determinó la creación de la Embajada ante la Santa Sede.
Apoyó espiritual y materialmente los emprendimientos de Orestes Di Lullo, Rodolfo Trostiné, Brígida Usandivaras, Alfredo Coviello y muchos más.
Alentó a su esposa Elvira Salvatierra para que publicara "La Mesa del Hogar. Recetas de Elvira", una recopilación de recetas, algunas de ellas centenarias, en un exquisito trabajo de recupero cultural.
Un aspecto sobresaliente de la actividad cultural e intelectual de Ernesto Padilla fue su decidido apoyo a las investigaciones y la preservación de las tradiciones y la música del folklore del norte argentino. Durante su gobierno en Tucumán y con posterioridad fue el protector del investigador Juan Alfonso Carrizo, a quien dirigió en sus exploraciones por los Valles Calchaquíes, o las zonas rurales de Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero, para recopilar piezas musicales,
tradiciones y leyendas populares. Reconoció el talento de un joven músico que luego sería conocido como Atahualpa Yupanqui , además de alentar el talento de los hermanos tucumanos Roberto y Leda Valladares, jóvenes vecinos de su casa de veraneo en Maimará, Jujuy.
En la opinión del Padre Guillermo Furlong, acaso no la más trascendente, pero sí la más meritoria obra de Padilla es aquella que realizó alejado de los cargos públicos. Consistía esta tarea en hacer uso de sus influencias y esfuerzos para ayudar a los pobres y humildes en cualesquiera de las necesidades que presentaran, sin tener descanso ni jubilación, como le dijera el filósofo Alberto Rougès.
Ernesto Padilla murió en Buenos aires el 23 de agosto de 1951.
Proyección en el ámbito nacional e imagen en la sociedad
El Padre Guillermo Furlong, refiere interesantes datos, por sí o por terceros, sobre la personalidad de Ernesto Padilla. Poniendo de relieve principalmente su humildad y su cariño por el país, en particular por los más necesitados.
Un joven diplomático extranjero de avanzada ideología marxista, luego de entablar conversación con el ya maduro Dr. Padilla, quedó admirado de su nobleza de sentimientos, al punto que exclamó: "Ahí tienen los conservadores un elemento de valor".
Al finalizar su discurso contra el proyecto de ley de divorcio, se desencadenó una ovación unánime. Padilla procuró esquivar los elogios, y sombrero en mano, salió a la calle, sin sospechar que ahí estaba toda la juventud para llevarle en andas por los alrededores de la Plaza de Mayo. Ese mismo día, el Presidente de la Nación, envió un telegrama a un viejo amigo de Tucumán, con esta frase: "Ha resucitado Estrada". Tiempo después, Miguel de Unamuno habría de referirse a este discurso como ejemplo de "alta elocuencia".
Su gran amigo Miguel Díaz dijo que: "La benevolencia es un don de Dios. Ernesto Padilla gozaba de esa gracia celestial".
Refiere Guillermo Furlong, que no aceptaba, y solía condenar el "espíritu de clases", es decir, aquél sentimiento que lleva a algunas personas a mirar con cierto desdén o indiferencia a quienes no pertenecen a un determinado círculo social.
El escritor Gustavo Martínez Zuviría lamenta que Padilla no haya ocupado la primera magistratura, "siendo el caso de preguntarse en voz baja para no agraviar ni desalentar a nadie, en qué medida la integridad de su catolicismo fue una valla que impidió que el Dr. Padilla fuera el presidente de los argentinos, arrebatando a la historia nacional uno de sus más brillantes capítulos..."
En ocasión de presentar el diputado Padilla el proyecto de ley que determinaba la creación del ferrocarril a Chile, el presidente Hipólito Yrigoyen vetó la norma, pero al poco tiempo la sacó por decreto como obra suya propia. Ernesto Padilla no mostró rencor, y siguó colaborando con Yrigoyen, sus funcionarios y los de los gobiernos siguientes, hasta ver concluída la obra décadas más tarde, a cuya inauguración no fue invitado.
El Dr. Padilla fue designado ministro de Educación por el Presidente José Félix Uriburu renunciando a los pocos meses. El depuesto presidente Hipólito Yrigoyen, ante una consulta sobre qué opinión tenía sobre el accionar de Ernesto Padilla
en la mencionada cartera ministerial, refirió que: "no es de ese tucumano, honorable y santo, perseguir a nadie por sus ideas políticas".
Manuel Lizondo Borda cuenta que Padilla era de aventajada estatura y porte arrogante, que imponía; aunque su voz suave y su sonrisa benévola luego a todos cautivaban. Y que por lo demás era tan bueno, que a veces fue un ingenuo, tanto que muchos se aprovecharon de él y otros lo utilizaron de escalera. Y todo porque él era como un niño, natural, crédulo, sin ninguna malicia".
Dice Manuel Lizondo Borda que como era Padilla un caballero, no hubo impedimento para que él como flamante radical, pudiera entrar al círculo de intelectuales que lo rodeaban y en el cual Padilla sobresalía, no por su estatura, sino por su
señorío y su espíritu culto abierto a todos los rumbos del saber".
Para Manuel Lizondo Borda Padilla fue un hombre de acción ética, en bien de su tierra y de su pueblo: "quizá lo más grande que puede ser un hombre". "Esa fue la ocupación de toda su vida, a todas horas. Pero lo más raro es que realizó esa misión cuando ya no era un político militante, ni un alto funcionario, sino un hombre privado, lejos de Tucumán y del Norte que él amaba tanto."
"Esa fue la misión de Padilla desde su juventud hasta su muerte, de tal modo que cuando otros llegan a la edad de retirarse como cómodos a cuarteles de invierno, él siguió impávido, más interesado y activo que nunca en su noble misión de servir, como un predestinado, como un elegido, en la cual no tendría jubilación ni podría dormir, según le dijera acertadamente Alberto Rougès.
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Árbol Completo
1873 - 1951 (78 años)
