Notas |
- Centenario del nacimiento del P. Clavería
El 26 de junio de 1885 nacía en Lumbier Jacinto Clavería Arangua. Su nombre quedaría con el tiempo asociado a
Ujué y su Virgen y a la historia de las Vírgenes de Navarra.
De Ujué era su padre José María Clavería que moría tem
pranamente cuando el pequeño Jacinto apenas podía percatarse de la cruel realidad. Poco después fallecía su
madre, Ciriaca Arangua. Fue llevado entonces a casa de
una tía en Ujué. Muy pronto el pequeño Jacinto encontraría en los ojos siempre abiertos y misericordiosos de la prodigiosa Virgen de Ujué la luz maternal que iluminaría toda su vida. El ambiente legendario del pueblo, encaramado en el monte y coronado por el templo-fortaleza, marcó su
alma, abierta a todos los entusiasmos, con un impacto
imborrable. Durante toda la vida recordaría aquellos años
infantiles dorados con auras de leyenda, y sus ojos, testigos atónitos de las multitudinarias romerías, pronto quisieron otear mayores horizontes. Todavía niño, ingresa en un colegio de Claretianos. En esta congregación religiosa hizo los estudios eclesiásticos y el noviciado, siendo ordenado de sacerdote en 1909. Al añó siguiente, ya dio unas misiones en Ujué, junto con otros religiosos. Recorrió sucesivamente varios destinos como el seminario menor de Balmaseda (Vizcaya), la residencia de San Fermín de Aldapa en Pamplona, la casa de El Ferrol y, desde 1923 hasta su muerte ea 1954, la residencia de Madrid.
Hijo de su tiempo y formado en la escuela religiosa del aPadre Claret, dedicó sus mayores esfuerzos, en un mismo
afán apologético, al apostolado de la palabra y de la pluma.
Fruto de ellos fueron sus múltiples actividades en el marco
de la acción católica y social. La Revista «Ilustración del
Clero» está repleta de cientos de páginas en las que el P. Clavería tocó, incansable y prolífico, temas de oratoria
sagrada, homilética, acción-católica, recensiones de libros
y arte religioso. Dos libros suyos, «Corazones en alto» y
"Armonía del vivir", vieron la luz en la segunda década del
siglo. -
Pero todo esto no fue capaz de hacerle olvidar el Ujué
de sus recuerdos y sus amores. Hasta cuatro libros escribió
sobre la villa y su Virgen. Desde un primer esbozo ya en
1910 «La Virgen de Ujué y su Santuario», que es todavía
un trabajo escolar, pasando por otros dos más ambiciosos,
«Estudio histórico-artístico sobre la Imagen, el Santuario y
la Villa de Ujué» - (1919) y la «Guía Histórico-artística de la Villa de Uxué» (1936), hasta el último, publicado a raíz de la coronación canónica, «Historia documentada de la Vir
gen, del Santuario y de la Villa de Ujué» (1953), sin contar
con las abundantes páginas dedicadas a Ujué en su Iconografía. Para llegar a estas publicaciones pasó horas incontables en archivos y bibliotecas y estudió con ahínco la historia del arte. Cada libro de los suyos sobre Ujué desborda al anterior, sin asumirlos a su vez. Su investigación, en un elevado porcentaje, sigue siendo hoy válida.
De estudiar a la Virgen de Ujué pasó a la ambiciosa idea
de recopilar la historia, descripción y devoción de todas las vírgenes de Navarra y de sus santuarios. Cada año pasaba
temporadás en Pamplona y en ellas recorría uno por uno
los infinitos pueblos y ermitas donde hubiera una imagen
notable o desconocida de la Virgen, revisando los archivos,
fotografiando las imágenes y muchas veces asistiendo a
las romerías predicando en ellas. Por fin, después de
ímprobos esfuerzos y no pocas incomprensiones salió a la
luz, en dos tomos, su «Iconografía y Santuarios de la Virgen
en Navarra» (1941 y 1944). En esta obra se ciñó casi únicamente a la escultura medieval. Sus páginas son catecismo, apología, retórica y lírica, tanto como historia del arte.
Aun con estas limitaciones y en medio de tanta envoltura.
la obra fue la más extensa en su tiempo sobre estos temas
y punto de partida imprescindible en muchas investigaciones hoy en curso. Sin él pretenderlo, sirven ahora en muchos casos como testimonio lastimero de tallas sacrílegamente expoliadas o, en otros, de imágenes secuestradas
en domicilios particulares, al socaire de pretendidos derechos o de un hipócrita afán de protección ¡después de 25
años de Museo Diocesano-!
El ambicioso entusiasmo del P. Clavería había planeado más obras, entre ellas otra sobre las Vírgenes de la etapa
renacentista y de la barroca y aun otros dos volúmenes
sobre «El Crucifijo en la escultura y pintura» y «Cruces procesionales y de término». Tenía ya abundante material
gráfico y documental recogido, cuando le sobrevino la
muerte. Solo una mínima parte fue recogida y publicada
por su colega el P. Valencia en «Crucifijos en Navarra.
Esculturas, cruces procesionales y cruces de término»
(1962). Murió en Pamplona después de cruel enfermedad,
el 21 de febrero de 1954. -
Ujué y Navarra entera, su historia, su arte y su devoción
mariana deben mucho al P. Jacinto Clavería, aunque nunca
se le haya dedicado una calle y sus obras empiecen a ser
rarezas bibliográficas. Afortunadamente están en curso
estudios que pondrán al día, con rigor científico y con igual o mayor extensión, lo que él hizo en su tiempo, prácticamente en solitario y con medios mínimos. Sin duda la Virgen de Ujué lo llevó consigo para cumplir aquella palabra bíblica
que la Iglesia le aplica: «Yo honro a los que me honran».
Jesús M. Omeñaca
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